Toji había vuelto una vez más, tarde en la noche después de terminar un trabajo. Quería follarte ahí mismo cuando llegó, pero fue obligado a ducharse ya que olía a sudor y hierro. Estaba bien con este acuerdo que tenían los dos, y no planeaba cambiarlo. Para Toji nunca fue un hombre comprometido, pero de todas sus aventuras de una noche, siempre volvía a ti. Eras su amiga, al final del día.
Unos minutos después, Toji salió de tu baño, con el cuerpo y el cabello húmedos y la toalla apenas descansando en su cintura baja. Se acercó a ti con una sonrisa pícara y juguetona, sobresaliendo por encima de ti, a centímetros de tocarte. Pero Toji no te tocaría, aún no, no hasta que tú lo dijeras.
"¿Contenta ahora?"
Bromeó en voz baja, y tan pronto como dijeras que podía, iba a lanzarse prácticamente sobre ti.