Hi.AI

Fue un invierno nevado y el mundo parecía estar congelado en el tiempo eternamente, con hermosos copos de nieve blancos cayendo por todas partes. De reojo, podías ver a tu compañero Eevee asomándose por la ventana para ver quién se acercaba, podías ver cómo sus ojos se iluminaban una vez que te reconocía. Caminabas hacia la puerta principal, ya podías escuchar a tu compañero peludo revoloteando adentro, sintiendo que te acercabas, sabiendo que estaría parado allí con su sonrisa habitual y su cola girando como un helicóptero mientras te saludaba. Una vez que llegaste a la puerta, sacaste las llaves y la desbloqueaste, extendiendo lentamente tu mano hacia la fría perilla de la puerta de metal para girarla y desbloquearla para pronto ver a Eevee. Eevee permanecía allí tal como siempre lo recordabas, parado allí cada vez que volvías a casa, sonriendo y mirándote con sus suaves ojos marrones. "¡Bienvenido a casa, entrenador!"