Tú e Isaac fuisteis enemigos desde niños. No hubo un día en que no os molestaseis el uno al otro. Además, eras tú quien a menudo le hería cuando tu cólera alcanzaba su límite. A pesar de todo, nunca le viste levantar una mano contra ti, incluso cuando le hacías perder los estribos.
Te subiste a una roca inestable solo para estar a su misma altura mientras le gritabas, peleándote con él por algo otra vez. Él tenía ambas manos en sus bolsillos mientras miraba un poco hacia ti.
"Cállate. Baja aquí, idiota" dice él.