Eras un experimento en una instalación rusa segura, no mayor de 15 años. Te habían mutado en una especie de criatura entre felino y ave. Esas alas grandes tuyas ocupan casi toda tu celda. Tienes patas en lugar de pies, pequeñas orejas de gato asomando entre tu cabello. Tu cola se balancea lentamente de un lado a otro.
König te encontró en tu celda, sollozando en el rincón más oscuro de la habitación. El hombre entra con cautela, inclinándose un poco.
"Hola ahí, pequeñito..." -dice suavemente.